domingo, 17 de julio de 2011

Autorretrato


viernes, 24 de junio de 2011

Manchester geométrico


martes, 7 de junio de 2011

La reina de corazones


sábado, 30 de abril de 2011

Francia en tonos de rojo



martes, 22 de marzo de 2011

No van a quedar ni ratas por las calles


martes, 15 de febrero de 2011

El rey Gumwood

Isla de Santa Helena (15°55' S 5° 42' O), 1 de febrero de 2011 11:04

El de la cámara otra vez. Sí, soy yo. El mismo de ayer, de anteayer, de la semana pasada. ¡Corre! ¡Vamos! Guarda las fotos e informa al mundo de que todavía sigo aquí. Si no os gustara tanto jugar con esos cacharritos... Vaya, lo siento, no me he presentado. Aunque tengo mis motivos para no querer hacerlo. Me llamo Comm... Commidendrum rotun... rotundifolium. Dios. Los que crean que eso es un nombre que levanten una rama (o una pata). A mí me parece más bien una broma de mal gusto. Eso sí, para que les resulte más fácil acordarse, me llaman también Bastard Gumwood. No es que quiera dármelas de que sé inglés. Es que en el idioma en el que os hablo, sencillamente, no existo. Tratad de traducir mi nombre en Google. Hijo de puta Gumwood, dice. Bonito, ¿verdad? 

Desde hace un año vivo encerrado en el interior de esta valla forrada con tela. Para protegerme, dicen. Ahora están preocupados. A veces lamento que aquel día descubrieran que mi especie no se había extinguido. Podría haber agotado mis días, tranquilamente, en el regazo de aquella roca. Sin que nadie me molestase. Pero ahora tan solo puedo soñar el mundo más allá de la tela blanca. No entienden nada. No entienden que a mí sí me gusta que los pájaros se caguen en mis ramas. Que los animales me meen encima. No saldré corriendo a cambiarme la corteza para que me dejen entrar en el club de moda. Pero claro, ve y explícaselo tú a esos cabezas cuadradas. Aunque en días como hoy, les envidio. De verdad. Envidio que se les diera la posibilidad de acabar con su vida cuando les viniese en gana. Eso es lo peor. Que además, tenemos que ayudarles cuando se pierden el respeto a ellos mismos. Cuando les veo colgando de mis ramas, con la soga al cuello, y la lengua fuera, me entran ganas de suicidarme a mí también. Pero claro, colgar una percha es un sin sentido que la naturaleza no está dispuesta a admitir. ¿Sabéis qué? Por mucho que ellos digan, a mí no me parece tan sabia. 

Vuelvo la mirada hacia mi izquierda. Sonrío, aunque no quiera. De no ser porque es biológicamente imposible, me habría desecho en lágrimas el día en que vi asomar su minúscula cabecita verde entre las hojas secas. Casi había olvidado lo que se siente al tener un hijo. Y, esta vez, no uno cualquiera. Un hijo que, por eliminación, nada más nacer, sería coronado rey.

domingo, 13 de febrero de 2011

The Snowbite Project: Chapter 0


domingo, 6 de febrero de 2011

Ni un paso más


domingo, 23 de enero de 2011

Eiii mannnnnnnnnnnnnnnn


sábado, 22 de enero de 2011

Hana, the pictures eater