¿Color o blanco y negro? ¿Inglés o alemán? ¿Periodista o basurero? ¿Niños? ¿Incineración o entierro convencional? ¿Sonreír o llorar? ¿Nómada o sedentario? ¿Algunos principios, quizás? ¿Vida insana o deporte? ¿Drogas? ¿Traje o vaqueros? ¿Hipoteca o mendicidad? ¿Mendicidad o hipoteca? ¿Alboroto o silencio? ¿Música u olvido? ¿Eternidad o instantes? ¿Niebla, sol, borrascas, tormentas de verano?
De repente, aquel día, la lluvia dejó de repiquetear sobre la uralita. Y fuera, justo al lado del cerco de madera que encerraba las llamas, empezó a abrirse una flor, ligeramente desorientada, a juzgar por sus ojos pálidos bañados en cuarto menguante.
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