jueves, 1 de abril de 2010

- No, de verdad. No puedo entenderlo.

- Ya... pues ¿sabes?, yo tampoco a ti. No puedo entender que jamás hayas sentido ganas de llorar por saber que alguien que nunca estuvo a tu lado, ahora ya no está al lado de nadie.

Tras esta conversación, Elena se marchó y no volvió jamás. Junto a sus recuerdos, quedaron mis libros de ciencia-ficción sobre futuros devastadores, mis 300 gigas de música, mis lágrimas sobre las baldosas de la sala de estar, y este vídeo.

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