Cuando viera su dibujo sobre la Inmaculada Concepción, lo conseguiría. Sólo me quedaban unos días, y todos los informes eran favorables. Ni una mancha en veinte años. Incluso me había permitido el lujo de estudiar derecho, como en las películas. Aquel día, el repiqueteo de las llaves contra los barrotes comenzó algo antes de lo habitual, y se detuvo ante mí.
- Vaya, gracias. Estoy impresionado, Fernández. Apuesto a que se muere por comenzar su segunda juventud.
Asentí. Me emocioné. Sonrió mientras jugueteaba con la cruz de su cuello. Hundió la mano en su pecho, bajo la cazadora, y gritó enloquecido:
- ¡Seguramente, mi hijo también hubiese disfrutado la primera!
- Vaya, gracias. Estoy impresionado, Fernández. Apuesto a que se muere por comenzar su segunda juventud.
Asentí. Me emocioné. Sonrió mientras jugueteaba con la cruz de su cuello. Hundió la mano en su pecho, bajo la cazadora, y gritó enloquecido:
- ¡Seguramente, mi hijo también hubiese disfrutado la primera!
Como siempre genial!!!
ResponderEliminarHay algo que no me cuadra. El que grita ¿es el carcelero, no? El narrador (que es el protagonista) se dirije a el en tercera persona.
Al principio pensé que era el preso y que mató a su hijo (¿o mato al hijo del carcelero?) ahora no lo tengo tan claro...(Igual estoy espeso, que puede ser lo mas probable)
Sigue asi!!
jejeje Creo que este relato no está conseguido del todo... El preso se cargó al hijo del carcelero, y ahora es la hora de su libertad, pero la venganza se sirve fría...
ResponderEliminarNo te preocupes, no creo que sea culpa tuya. El relato lo escribí in extremis, y aunque lo retoqué, todo fue con prisas y carreras para que entrara en el concurso. A ver si encuentro la tranquilidad y vuelvo a escribir en buenas condiciones... Aunque no será hoy, que tengo que escribir un relato para hoy XDD