jueves, 4 de junio de 2009

Viaje hacia Ninguna Parte

Llovía afuera y yo sin paraguas. Aún así, cuando pude ubicarme, cerré la puerta de aquel trasto y me dirigí hacia casa. A este lado de la ventana, una cara triste, llantos y náuseas. Dentro, una cara conocida y otra que nunca olvidaría. Tuve ganas de intervenir, de matar sin preguntar. Pero no podía. No debía. Recordé las normas y decidí aparcar la sangre hasta la vuelta. ¡Y encima con mi liguero! Me pregunté cómo ocurriría. Por qué. Cuándo dejaríamos de ser felices. Cerré la puerta y pulsé el botón de regreso. La próxima vez que Alex quisiera jugar a ser Doc, su madre sería la cobaya.

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